"Nunca ha existido un alma más afectuosa o tierna que la mía, más llena de bondad, de piedad, de todo lo que es cercanía y amor. Sin embargo, no hay un alma más sola que la mía; no sola, que quede claro, por circunstancias externas, sino internas. Esto es lo que quiero decir: junto a mi enorme ternura, bondad, hay un factor de mi carácter completamente opuesto, un factor de tristeza, de egocentrismo, de egoísmo, que tiene un doble efecto: impedir y anular el desarrollo y el protagonismo de esas cualidades internas, e impedir, provocando la tristeza, su exteriorización plena, su manifestación.Debo analizar, algún día, todo esto; algún día debo examinar con cuidado, diferenciar estos elementos de mi carácter, puesto que mi curiosidad por mí mismo y mi propio carácter, me llevarán a un intento de comprender mi personalidad.[...]
Me lleno de ira. Querría comprenderlo todo, saberlo todo, cumplirlo todo, decirlo todo, disfrutarlo todo, sufrirlo todo. Pero no tengo nada de esto, nada, nada. Estoy anulado por la idea de lo que querría tener, poder, sentir. Mi vida es un inmenso sueño. Pienso, en ocasiones, que quisiera cometer todos los crímenes, todos los vicios, todas las acciones bellas, nobles, grandes, beber la belleza, la verdad, el bien, de un solo trago, y dormirme después para siempre en el pacífico seno de la Nada.
Déjenme llorar
Estoy aquí sentado, escribiendo en mi mesa, con mi bolígrafo en la mano, etc., y súbitamente cae sobre mí el misterio del universo y me detengo, tiemblo, siento pánico. Siento el deseo de dejar de sentir, de matarme, de aplastar mi cabeza contra la pared.
Dichoso el hombre que puede pensar con profundidad; sin embargo, sentir con esa profundidad es una maldición ¿ Cómo podría describirlo? Un horror que se añade a otro.
Hay algo de esto en la música, ser música es la parte positiva esto, es la parte femenina.
No hay hombre en cuya vida haya penetrado el misterio como en mi vida. Con la misma familiaridad, si puedo decirlo así. El misterio del mundo no sólo llena mis pensamientos, sino también mis sentimientos.
Es preciso que hora cuente qué clase de hombre soy. Mi nombre no tiene importancia, al igual que el resto de los detalles externos. Es mi carácter lo que merece ser descrito.
Toda la constitución de mi carácter es incertidumbre y duda. Nada existe ni puede existir con certeza para mí; todas las cosas oscilan a mi alrededor, y, con ella, la incertidumbre de mí mismo. Todo es para mi incoherencia y cambio. Todo es misterio y todo es significado. Todas las cosas son símbolos desconocidos de lo Desconocido. En consecuencia, horror, misterios, miedo que sobrepasa la inteligencia.
[...] Toda mi vida ha sido pasividad y sueño. Todo mi carácter está hecho de un rechazo, de un horror, de una incapacidad, que invaden todo lo que soy yo, física y mentalmente, y me llevan a actos decisivos, a pensamientos definitivos. Nunca he tomado una decisión nacida de mí mismo, nunca he mostrado una voluntad consciente. Ninguno de mis estritos está acabado; siempre ha habido ideas que se mezclaban, ideas extraordinarias, inexcusables, que posponían el límite hasta el infinito. No puedo frenar el odio de mi pensamiento hacia el final: sobre una única cosa surgen cien pensamientos, y sobre esos cien pensamientos nacen mil asociaciones de ideas que toman en ellos su base, y no tengo fuerza de voluntad para eliminarlos o detenerlos, ni para reunirlos en una única idea central, en la que sus despreciables pero diferentes detalles se perderían. Me recorren, no son mis pensamientos sino pensamientos que me recorren. No reflexiono, sueño; no estoy inspirado, alucino. Puedo pintar, pero nunca he pintado; puedo componer música, pero nunca he compuesto música. Concepciones extrañas de las tres artes, deliciosos golpes de la imaginación acarician mi cerebro. Pero los dejo adormecerse hasta que mueren, porque no tengo fuerza para darles cuerpo, para convertirlos en cosas del mundo.
El carácter de mi ser es de tal forma que odia el principio y el final de las cosas, porque son puntos exactos. La idea de encontrar soluciones a los mayores, los más nobles problemas de la ciencia, de la filosofía, me entistece; la existencia de hechos cerrados en torno a Dios o al mundo me horroriza. Que la mayor parte de las cosas que se abren deban algún día cerrarse, que los hombres deban algún día ser felices, que se encuentre una solución para el mal que aflige la sociedad, la simple idea de esto me vuelve loco. Y a pesar de todo no soy malo ni cruel, estoy loco, con una locura difícil de comprender.
He sido un lector voraz e impulsivo, y, sin embargo, no puedo recordad ninguna de mis lecturas, tan lejos estaban de mi propia mente, de mis sueños, o, más bien de los orígenes de mis sueños. Mi propio recuerdo de las cosas, de los hechos externos, es, más que incoherente, indefinido. Tiemblo al pensar qué poco retengo de lo que ha sido mi pasado. YO, EL HOMBRE QUE AFIRMA QUE HOY ES UN SUEÑO, SOY MENOS QUE UNA COSA DE HOY. [...]"
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