Hace poco escribí sobre la conciencia y que mas o menos funciona como un GPS, te dice donde dar vuelta, cuantos semáforos hay, el nombre de las calles. Si te pierdes te dice que por ahí no iba, si te encuentras con un Y te dice que tomes el camino de la derecha, pero si tomas el de la izquierda pues te lo dice y hace que llegues sano, salvo y feliz a tu destino por muy lejos que quede.
Así es como funciona una conciencia o GPS (pa modernizar el blog) que no esta averiado.
Qué pasa con esos en los que la brújula ya no apunta para el norte, que en lugar de decirte derecha te dice izquierda, que hace que, de alguna forma, te pases los semáforos en rojo, des vuelta en un lugar prohibido, te estaciones en el lugar para discapacitados o en su defecto chueco.
Cuando crees haber llegado a ese lugar, resulta que una cuadra antes, se descompone más que antes y te das una perdida marca pingo.
Al parecer mi conciencia se volvió inconsciente, solo hace que cada vez me hunda más.
Debo admitirlo me gusta que sea así. Como dijera Andrés Calamaro en una canción que se llama "Dulce Condena": me gustan los problemas, no existe otra expoliación.
Pues si, me meto en muchos problemas tantito por mi conciencia y tantito porque me gusta lo extremo. No mido consecuencias, no es que no las mida, no me importan, no tengo esa concepción. Sólo pienso en mi satisfacción, no me importa atropellar a los demás.
Dejo de tener amigos porque tal vez ya no espero nada de ellos, o tal vez porque aun en mi malicia los alejo de mi pa que no tengan problemas.
Puedo quejarme de esto diario, pero seré sincera me gustan las emociones fuerte, me gusta lo prohibido, lo retorcido, me gusta tener un GPS que no funciona y una conciencia inconsciente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario